Nobody, not even the rain, has such small hands
¿Quién fue ese amor primero que os abrió al mundo, que tan
discretamente como la lluvia, con unas manos tan invisibles, os quitó capa a
capa la armadura oxidada y dio seguridad para sumergiros en el río de la
vida? Probablemente E. E. Cummings quiso reflejar en su poema a
la persona que nos provoca ese tiempo-estado en el que se decide participar en
la vida, dejar en un segundo plano, los manuales, los programas de mano, las
guías, las instrucciones, la preparación para la vida… y vivir.
No me gustan los tatuajes, pero me impactó ver este verso de
E. E. Cummings grabado en el hermoso
cuello de una chica. Woody Allen popularizó este poema, “el de la página
112”, como estrategia de declaración de
amor de uno de sus personajes en la película en Hannah And Her Sisters… y
funcionó; la chica entendió el mensaje, no hubo que decir nada más. Lástima que la realidad no sea tan de
película.
Somewhere I have never
travelled,gladly beyond
any experience,your
eyes have their silence:
in your most frail gesture
are things which enclose me,
or which I cannot
tough because they are too near
your slightest look
easily will unclose me
though I have closed
myself as fingers,
you open always petal
by petal myself as Spring opens
(touching skillfully, mysteriously)
her first rose
or if your wish be to
close me, I and
my life will shut very
beautifully, suddenly,
as when the heart of
this flower imagines
the snow carefully
everywhere descending;
nothing which we are
to perceive in this world equals
the power of your
intense fragility: whose texture
compels me with the
colour of its countries,
rendering death and
forever with each breathing
(I do not know what it
is about you that closes
and opens; only
something in me understands
the voice of your eyes
is deeper than all roses)
nobody, not even the
rain, has such small hands
El poema, como toda obra de arte, es poli-sugerente; visto
desde el prisma psico-educativo de este blog, llevaría a hacernos otra
pregunta: ¿Qué maestros, profesores, educadores, familiares, amigos… de una forma tan efectiva y discreta como la
lluvia, te abrieron al mundo? Muy pocos,
ya lo sé; contados. Pero piensa un poco,
quizá no entre en la categoría ninguno en concreto, pero ten en cuenta que
estamos hablando de realidad, y en ella el protagonista, el héroe, no suele
serlo siempre, ni en todas partes, ni con todo el mundo, la vida es más
compleja que la ficción.
Quizá ahora sí te vengan a la memoria “enseñantes” –en qué
palabra más fea hemos desembocado para evitar el “todos/todas” de los malos
políticos- , quizá ahora te vengan a la memoria algunos, decía; pero cuidado,
descarta los petarderos, que esos ya tuvieron su momento de gloria mientras se
lucían/fundían entre decorados y adehalas… ya os hablé del barroco en
educación, y de sus años y daños de gloria.
No, no penséis en esa gente; sí en la gente discreta, en los que “con
manos pequeñas como la lluvia” os dieron armas para enfrentaros al mundo y os
ayudaron a descubriros y descubrir vuestro camino.
Bien, pues aunque sea tarde, aunque no se enteren, aunque,
seguramente, no les importe demasiado el hecho, por una puñetera vez siéntete
agradecido hacia ellos. Es lo menos que puedes hacer.
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