jueves, 15 de septiembre de 2016

New year’s resolutions

Hoy empieza todo.  Alumnos y profesores andamos durante estos días con esta idea en la cabeza.  Para los que tenemos la suerte de trabajar en la enseñanza – no es ironía- el año empieza en septiembre, ya las agendas llamadas “escolares” recogen la evidencia.

"Ça commence aujourd'hui"  se titulaba la película que hizo Tavernier a finales de los 90.  Es interesante, casi un documental del día a día en las trincheras de la docencia, y con el ritmo y tono del cine intelectual francés, os aconsejo verla.

Al igual que el comienzo de año “solar”, el académico también tiene sus rituales y parafernalia.  Estos días primeros los docentes estamos pendientes a los destinos, los horarios, los cursos, las materias a impartir, los alumnos… que el destino nos depara.  Los alumnos empiezan a “dejarse caer” por el instituto o el colegio con el pretexto de hacer la matrícula, ver los horarios, entregar trabajos, hacer exámenes…  Se les ve contentos y tensos, como recién salidos de la piscina, el paréntesis, que impone el verano.  Los padres –es un secreto a voces- contentísimos de “prescindir” de su amada prole durante unas muchas horas diarias,  haciendo horarios con comedores, actividades extraescolares, matinées y soirées para conseguir cubrir huecos en una jornada académica que debe de extenderse de ocho a ocho, y vivo por que me toca.

Los libros, uniformes, agendas, claustros, reuniones, horarios… marcan las campanadas inexorables hasta el estallido del comienzo.  Como en todos los grandes momentos todo el mundo hace mucho ruido, habla mucho, siente que su actividad se hace frenética... aunque siempre caemos en ese momento  -instante al menos- de soledad o calma donde nos ponemos serios, trascendentes  nos proponemos hacer las cosas un poco mejor, desde el principio, ahora sí, esta vez sí.

Estrenamos cuaderno, agenda, uniforme, libros, horario… con mucho cuidado de no estropearlo, no mancharlo, no romperlo… Miedo que desaparecerá con el uso, al transformarse todo en cotidiano una vez más. Los materiales, las ideas, los propósitos se deslucirán y adaptarán a nuestra realidad, una vez más.  Persistentemente somos como somos.  No hay otra salida, no hay otra opción que volver a ser nosotros mismos, un años más.

Y es ahí, en el hueco que deja nuestra frustración, nuestra renuncia a la perfección, donde surge la vida, la realidad y la melancólica belleza del esfuerzo por ser nuestro mejor yo, luchar para obtener tu mejor tú, el mejor nosotros, el mejor vosotros… intentar hacer la realidad lo menos injusta posible.

¿Qué te propones para este curso?  Piénsalo.  Pero, no te vayas por las ramas, concreta,  haz propuestas razonables.  Fíjate unas pocas y pequeñas metas, a ser posible evaluables o constatables diariamente... poco a poco, como en el juego de la rayuela, de casilla en casilla...  hasta alcanzar el cielo.