viernes, 15 de diciembre de 2017

LA FELICIDAD DESPUÉS DEL ORDEN


"La Felicidad después del orden" es un certero título dado por Marie Kondo a uno de sus libros; también ha publicado "La magia del orden", que también hubiera sido un buen título para este blog.

Han salido muchos libros recientemente sobre el orden; probablemente porque se echa de menos.  El poder del orden (María Galai), La alegría del orden en la cocina (Roberta Schira), Cuatro semanas para ordenar tu vida (Astrid Eulalie), Ordena tu casa para ordenar tu vida (García de Vinuesa), ...  La lista se podría hacer interminable.

Ninguno de los libros citados trata sobre educación académica, para ésta creo que el tema del orden sigue siendo tabú, visto si no con recelo,  con abierto rechazo, entre los profesionales del ramo; la pedagogía libertaria se presta más a la ensoñación poética y filosófica de la posmodernidad.

¿Por qué no un libro sobre el orden en educación? Creo que lo estamos necesitando; en general, empezando por la política educativa, la administración, las leyes, el currículo, las materias... Después de la fiesta, no vendría nada mal ordenar un poco la casa.

A veces me sugiero a mi mismo y a mis compañeros tomar algo de los directores de orquesta, esto es, no empezar la clase hasta que no se den las condiciones adecuadas, primero orden, después disfrute... sí, también se disfruta aprendiendo o enseñando.
  
El ruido en el canal comunicativo pedagógico es enorme; me quiero referir con este "ruido" no sólo al físico que se puede medir en decibelios. sino al desorden, a las políticas, a las continuas leyes y contraleyes, a los cambios permanentes en la "terminología"... Recuerdo aquella expresión de Fernando Savater en su libro "El valor de educar" al encontrarse con la ridícula terminología pedagógica, <..."segmento curricular de ocio"... ah, coño, ¡el recreo!>, bueno y ahí estaban también los "materiales curriculares de obligada referencia" (los libros de texto)... y, ¡para qué seguir!

Los espacios, el mobiliario, los horarios, los materiales... todo parece que está pensado en educación para fomentar "el ruido eterno" del que hablamos, que no es al que Alex Ross se refiere en su precioso libro, sino el cotidiano día a día de cualquier centro educativo.  Hace poco una compañera me hablaba de lo difícil que era hacer algo en el salón de actos del centro educativo en el que tratamos de impartir clase.  Se preguntaba cómo los técnicos no habían tenido en cuenta las mínimas normas básicas para que la acústica fuera medianamente decente, las sillas cómodas y no ruidosas, la decoración adecuada, los materiales... ¿Por qué para hacer una sala de teatro o de conferencias todo eso sí se tiene en cuenta y en educación todo se sacrifica en aras de obtener un "espacio polivalente"?  Lo dejaré aquí, porque no quisiera acabar hablando de dinero, presupuesto y tercermundismo, que estamos en Navidad!